Cada vez hay más personas que no toleran el gluten en su alimentación. Es lo que técnicamente se denomina sensibilidad al gluten o al trigo no celíaca y da lugar a la aparición de síntomas no específicos después de horas o días de ingerir cereales con gluten que desaparecen una vez se retira el gluten de la dieta. Actualmente su diagnóstico se hace por exclusión una vez descartadas la enfermedad celiaca y la alergia al trigo, que son las dos otras patologías ocasionadas por el gluten.
Recientemente, un estudio dirigido por el Dr. Armin Alaedini del Departamento de Medicina de la Universidad de Columbia en Nueva York (EUA), ha dado una explicación científica al origen y mecanismos implicados en los síntomas intestinales y extraintestinales de la sensibilidad al gluten no celíaca en ausencia de enfermedad celíaca y alergia al trigo. Se examinaron 80 personas con sensibilidad al gluten no celíaca, 40 personas con enfermedad celíaca y 40 personas sanas (controles).
Los resultados del estudio ponen de manifiesto que las personas sensibles al gluten tienen una barrera intestinal debilitada y, como resultado, pasan desde la luz intestinal hasta el torrente sanguíneo componentes de la dieta y bacterias beneficiosas del intestino que darán lugar a un deterioro de las células que tapizan nuestros intestinos y a una activación exagerada de nuestras defensas a nivel sistémico. Por lo tanto, los síntomas de las personas que no toleran el gluten ya tienen una base científica y no son imaginarios tal y como muchas veces se ha dicho.
Un 26% de las personas del estudio con sensibilidad al gluten no celíaca presentaron alguna variante genética de riesgo (HLA DQ2 y/o DQ8). El estudio histológico reveló que un 60% tenían una mucosa intestinal intacta (se cuantifica mediante la clasificación Marsh que oscila de 0 -mucosa intacta- a 5 -mucosa totalmente destruida- y en este caso equivale a una lesión Marsh 0) y un 40% presentaron leves anormalidades de la misma (Marsh 1). En contraposición, todas las personas con enfermedad celíaca del estudio tenían variantes genéticas de riesgo (HLA DQ2 y/o DQ8) y una mucosa intestinal deteriorada (Marsh 3).
Las personas con sensibilidad al gluten presentaron unos niveles más altos de anticuerpos IgG, IgA y IgM frente a la gliadina del gluten en comparación con el grupo control. Estos anticuerpos se consideran marcadores serológicos poco específicos de la enfermedad celíaca. Además, los niveles de IgA frente a la gliadina fueron más bajos en comparación con el grupo de personas con enfermedad celíaca. Por otro lado, las personas con sensibilidad al gluten presentaron unos niveles inferiores de anticuerpos IgA frente a la transglutaminasa 2, que es considerado el marcador serológico más sensible y específico de enfermedad celíaca. Los niveles séricos de proteína de unión al lipopolisacárido (LBP, del inglés lipopolysaccharide-binding protein) y de la molécula sCD14, que se consideran indicadores de daño de integridad de la barrera intestinal, fueron más altos en las personas con sensibilidad al gluten en comparación con las personas con enfermedad celíaca y los controles. Todos estos resultados indican que la sensibilidad al gluten no celíaca se caracteriza por la presencia de variantes genéticas de riesgo (concretamente HLA-DQ2/8), con síntomas de celiaquía, sin anticuerpos específicos de enfermedad celíaca y con alteración de la integridad de la barrera que delimita la luz intestinal con el torrente sanguíneo.
¿El responsable solo es el gluten? Pues parece ser que no. Otras proteínas y carbohidratos fermentables de cadena corta también se han propuesto como desencadenantes de la activación del sistema inmune y de los síntomas en las personas con sensibilidad al gluten no celíaca. En este sentido, un comentario en la prestigiosa revista JAMA Internal Medicine apunta que el propio grano del cereal, más allá del gluten, podría explicar la mejora de los síntomas que experimentan las personas que siguen una dieta sin gluten. Entre los componentes de los cereales implicados estarían los Oligosacáridos Fermentables, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles (acrónimo FODMAP, que proviene del inglés Fermentable Oligosaccharides, Disaccharides, Monosaccharide And Polyols) y la fibra insoluble. Otra explicación sugerida es que la eliminación del gluten se suele acompañar de otros patrones alimentarios que se han asociado a una mejora de los síntomas de la sensibilidad al gluten, como por ejemplo la dieta paleolítica. El artículo concluye que más allá del márketing que hay detrás de la alimentación libre de gluten, esta tendencia puede ayudar a los profesionales de la salud a personalizar el consejo dietético en problemas de salud gastrointestinales e incluso de la cognición.
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