Una parte considerable de la investigación en el campo de la microbiota está poniendo foco en estudiar cómo la composición de la microbiota intestinal varía en función de la adaptación del ser humano a diferentes patrones de subsistencia, como la alimentación y el entorno.
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La semana pasada se publicó un interesante estudio en la revista Cell Reports que analiza las comunidades microbianas y su perfil funcional de dos comunidades de la República Centroafricana e individuos estadounidenses. Por un lado, se estudiaron 28 personas de la comunidad BaAka que son cazadores-recolectores del sur de Camerún con una alimentación a base de carne de caza, pescado, tubérculos como la raíz de la mandioca o yuca (la tapioca es el almidón extraído de la yuca), hojas de vegetales y frutas. Por otro lado, también se estudiaron 29 personas de la tribu Bantu que se basan en una economía agrícola con tubérculos y otros vegetales, carne de cabra y productos hechos con harinas y han estado expuestos al uso de antibióticos y otros medicamentos, a diferencia de los BaAka.
Patrones de estilo de vida característicos de las comunidades africanas tradicionales BaAka (A, B y C) y Bantu (D, E y F). Fuente: Cell Reports.
En comparación con los BaAka, las comunidades Buntu incorporan algunas prácticas occidentalizadas en sus patrones de agricultura para sobrevivir. Si consideramos las tres grandes eras en la alimentación humana (paleolítico, neolítico y era post-industrial), los BaAka representan los humanos cazadores-recolectores que vivieron en el Paleolítico (comenzó hace unos 2,5 millones de años), mientras que los Bantu pertenecen a los agricultores del Neolítico (se sitúa aproximadamente hace unos 10.000 años) y, en cierto modo, estos últimos serían una transición desde el estilo de vida tradicional hacia el estilo de vida moderno/occidentalizado/agricultor.
Aunque la composición de la microbiota intestinal de ambas comunidades tradicionales es similar, la abundancia de microorganismos específicos es diferente. En el estudio, los estadounidenses son la población que presenta los niveles más bajos de diversidad microbiana. Los BaAka albergan en sus intestinos una mayor proporción de bacterias del phylum Bacteroidetes y de los géneros Prevotella y Treponema, todas ellas implicadas en la digestión de las fibras vegetales y consideradas una huella del perfil microbiano de las sociedades no occidentalizadas. Sin embargo, los Bantu presentan una disminución de los grupos bacterianos tradicionales, un hecho que se puede explicar en base a que consumen menos tubérculos fibrosos, hojas y otros materiales estructurales que forman parte de la pared de las células vegetales. En concreto, una disminución de las bacterias pertenecientes al phylum Bacteroidetes, con el consiguiente ratio Firmicutes/Bacteroidetes aumentado, se ha documentado de forma persistente en ratones y personas con obesidad y desórdenes metabólicos asociados que presentan un microbioma con una alta capacidad de extraer energía a partir de los alimentos (estudio).
Por otro lado, tanto los americanos como los Bantu exhiben una mayor abundancia de las vías metabólicas implicadas en la degradación de azúcares y productos químicos como los aditivos alimentarios y los medicamentos. Estos resultados reflejan la huella de un estilo de vida industrializado en un mayor procesamiento de azúcares y xenobióticos y una pérdida de los microorganismos tradicionales beneficiosos.
Crédito: Gomez et al./Cell Reports 2016.
En conjunto, estos datos ponen de manifiesto que abandonar el estilo de vida cazador-recolector ha dado lugar a una pérdida gradual de los microorganismos tradicionales y a que tengamos una microbiota intestinal cada vez menos rica y diversa. Estudios epidemiológicos demuestran la caída de las enfermedades infecciosas durante la segunda mitad del siglo XX en países desarrollados y el aumento de las enfermedades alérgicas y autoinmunes (asma, diabetes tipo 1, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.) debido al estilo de vida occidental demasiado limpio que reduce el contacto con microorganismos ya desde la infancia (“hipótesis de la higiene excesiva” o del “origen de la salud y la enfermedad en edad temprana”, Developmental origins hypothesis for health and disease, DOHaD).
Otros estudios anteriores en poblaciones tradicionales aisladas mostraron resultados similares. Un estudio liderado por la Dra. Maria Domínguez-Bello encontró que una comunidad de indios Yanomami de la selva amazónica de Venezuela que no había tenido un contacto previo con individuos occidentales tiene la mayor diversidad de bacterias y de funciones genéticas jamás hallada en un ser humano. A pesar de su aislamiento, que se estima que se produjo hace más de 11.000 años desde que sus antecedentes llegaran a Sud América, y de que no estuvieron expuestos a antibióticos comerciales, ya albergaban bacterias con genes de resistencia a antibióticos. Los investigadores encontraron que los indios Yanomami tienen casi el doble de diversidad bacteriana que los estadounidenses y entre un 30 y un 40% más que los Guahibo (comunidades indígenas del Amazonas) y los malauíes (grupos de Malawi en África).
Otros estudios en población africana también han comprobado como una dieta occidental rica en grasas no saludables y azúcares refinados y pobre en fibra, almidón y polisacáridos se asocia a un aumento de los marcadores de cáncer de colon (estudio) y una menor diversidad y riqueza microbiana (estudio).
Adaptación de la microbiota intestinal humana en el transcurso de la evolución: desde las sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico, hasta los agricultores del Neolítico y las sociedades modernas Occidentalizadas. Fuente: Quercia et al., Front Microbiol. 2014.
La alimentación y el entorno son factores importantes que determinan la composición de las comunidades microbianas intestinales. Además, se está viendo que estos compañeros de viaje que nos acompañan desde antes de nuestra llegada a la Tierra generan metabolitos que pueden ser agentes potenciales terapéuticos con beneficios para la salud humana (revisión). Así que ya tienes otro motivo para que mimes más a tus pequeños inquilinos.
En conclusión, durante la evolución humana, gracias a su plasticidad, la microbiota intestinal humana ha ido cambiando para adaptarse a los diferentes patrones de subsistencia del ser humano. La evidencia científica actual disponible nos indica que para asegurar una mayor diversidad de micoorganismos beneficiosos en el intestino, la base de nuestra alimentación se debería basar en alimentos vegetales no procesados que incluyan los tubérculos, las verduras y las frutas. Y todo ello tiene un impacto en la salud pública debido a que una microbiota intestinal más rica y diversa es un factor protector frente a las enfermedades de la civilización como las cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión o la obesidad.
Mi consejo final:
- Basa tu alimentación en fibras y almidones de origen vegetal (tubérculos, verduras y frutas) y huye de los alimentos ultraprocesados para conseguir una microbiota intestinal rica y diversa que te protegerá de las enfermedades de la civilización.
Imagen de la portada: Dreamstime.
Bibliografía:
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