Ya están disponibles las nuevas guías alimentarias para la población española general sana, publicadas por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) en un suplemento de la revista Nutrición Hospitalaria y que suponen una actualización de la edición de 2001. En ellas se presenta la nueva edición 2015 de la pirámide de los alimentos.
Fuente: Nutr Hosp. 2016; 33(8):1-48.
Los suplementos se suman a la nueva pirámide alimentaria
Como novedad se incluye por primera vez el consumo habitual o puntual de nutracéuticos y alimentos funcionales, una opción que según la SENC debe ser analizada de forma individual por parte de los profesionales de la salud con formación específica en nutrición.
Recuerda que un nutracéutico es un suplemento dietético o farmacológico con indicación para la prevención y/o tratamiento de enfermedades, presentado en forma de fármaco (píldoras, cápsulas, polvo, etc.) y nunca de alimento, que contiene componentes biológicamente activos presentes en los alimentos en una cantidad considerablemente mayor que la que tendría el alimento del que proceden. Mientras que un alimento funcional es todo aquel alimento semejante en apariencia física al alimento convencional que cuando se consume como parte de la dieta diaria mejora el bienestar y puede reducir el riesgo de enfermedad, además del valor nutritivo que aportan. Por ejemplo, las leches fermentadas con cepas de microorganismos probióticos son alimentos funcionales que mejoran el funcionamiento intestinal y el equilibrio microbiano intestinal. Cuando estos microorganismos probióticos se administran en forma de cápsula o sobre estaríamos hablando de un nutracéutico.
A diferencia de los medicamentos, que actúan a corto plazo y sirven para curar un determinado trastorno, los nutracéuticos y los alimentos funcionales no tienen una finalidad curativa, sino que sirven para prevenir cuando se toman dentro de una alimentación saludable. A la hora de interpretar la nueva pirámide alimentaria conviene no llegar a la conclusión de que para tener un buen estado de salud tengamos que tomar necesariamente un alimento funcional o suplemento dietético sino que hay que personalizar. Habrá que individualizar la recomendación para cada persona y según el criterio de un profesional de la salud y no tomarlo solo porque me lo ha recomendado un amigo, familiar o vecino.
Nutracéuticos y alimentos funcionales para población sana
Para la población española sana, la suplementación de nutrientes mediante nutracéuticos o alimentos funcionales en el contexto de la pirámide de alimentación saludable puede estar indicada, entre otros, para:
Mujeres gestantes: desde 1 a 3 meses previos a la concepción y hasta el final del primer trimestre (aunque actualmente se recomienda prolongarla hasta el final del embarazo) necesitan tomar un suplemento con 400 microgramos diarios de ácido fólico (vitamina B9) -si la mujer tiene antecedentes de embarazos con defectos en el tubo neural, la suplementación se amplía a 4 mg diarios-. La ingesta de yodo y hierro a partir de alimentos enriquecidos o suplementos convendrá valorarla de forma individualizada. Se recomienda la suplementación farmacológica con yoduro potásico a dosis de 200 microgramos/día en aquellas madres gestantes que no alcanzan las cantidades diarias recomendadas de ingesta de yodo con su dieta (tres raciones de leche y derivados lácteos, además de 2 gramos de sal yodada). La suplementación con hierro solo está indicada bajo control médico en aquellas mujeres que entran en el embarazo con una anemia ferropénica o la desarrollan durante la gestación. Si durante el embarazo la mujer sigue una dieta estricta sin lácteos ni huevos tendrá que suplementarse con vitamina B12, además de tener en cuenta lo expuesto antes para el ácido fólico y el yodo.
Mujeres lactantes: pueden requerir suplementos de calcio, vitamina D, hierro, yodo y vitamina K, bajo prescripción de un profesional de la salud. Además, si durante la lactancia la mujer sigue una dieta vegetariana estricta sin lácteos ni huevos tendrá que suplementarse con vitamina B12.
Recién nacidos y personas con baja exposición solar: en general, la exposición solar en la cara, manos, antebrazos, espalda o piernas -sin protección solar- unos 10-15 minutos y unas tres veces por semana es suficiente para que la gente de piel blanca produzca suficiente vitamina D (es una vitamina que la puede sintetizar nuestra piel). Aunque la recomendación general para la vitamina D es una exposición moderada pero habitual al sol, según una reciente publicación del estudio ANIBES hecho en más de 2.000 participantes españoles de 9 a 75 años de edad, la mayoría de nosotros no cubrimos las ingestas diarias recomendadas de vitamina D. La recomendación a día de hoy es valorar la suplementación con vitamina D solo en aquellos casos que esté justificado y a partir de valorar el color de la piel, la situación geográfica, el momento del día, el tiempo de exposición y la estacionalidad del año, entre otros. En el caso de los recién nacidos, según la Asociación Española de Pediatría (revisión; revisión): “Los lactantes menores de un año alimentados al pecho deben recibir un suplemento de 400 UI/día de vitamina D. Estos suplementos se deben iniciar en los primeros días de vida y se mantendrán hasta que, después del destete, el niño tome 1 litro diario de fórmula adaptada enriquecida en vitamina D. Todos los lactantes menores de un año alimentados con sucedáneo de leche humana que ingieren menos de 1 litro diario de fórmula también han de recibir un suplemento de 400 UI/día”.
Otros nuevos escenarios que no se han incluido y que tienen especial importancia son la modulación mediante la alimentación de las comunidades microbianas que habitan en nuestros intestinos y de determinados genes que conllevan una mayor susceptibilidad a enfermar. La ciencia está avanzando mucho en estos campos y los hallazgos indican que considerar a estas dos dianas abrirá nuevas posibilidades en la prevención y/o el tratamiento de enfermedades.
En el escenario actual de la medicina preventiva cada vez van a ganar más peso las recomendaciones nutricionales y de estilo de vida personalizadas. A la hora de personalizar es necesario tener en cuenta distintos factores como la dosis, la duración y la forma de la administración -ya sea a través de un alimento funcional o un nutracéutico-, el tipo de grupo poblacional al que se le administre e incluso su estado nutricional. La respuesta a una determinada intervención depende de muchos factores.
La aparición de los medicamentos sin prescripción personalizados y la mayor relevancia de la prevención van a implicar un cambio en el modelo de negocio de muchas de las organizaciones del sector salud. Los profesionales de la salud sin duda van a ser un actor clave, pero también lo serán los consumidores finales que exigen otros beneficios más allá de lo que declara el fabricante en la etiqueta del producto.
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