Actualmente el mercado de los probióticos está en crecimiento. Los probióticos se incluyen en el concepto de alimentos funcionales, término con el que se designa a los alimentos que, además de destacar por sus propiedades nutricionales, aportan beneficios adicionales para nuestra salud. Recuerda que según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos son “microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud del hospedador”.
Podemos encontrar diferentes productos que contienen probióticos en su composición: derivados lácteos -como yogures o leches fermentadas-, bebidas, medicamentos, complementos alimenticios, soluciones de rehidratación oral y fórmulas de continuación. Muchos de ellos no presentan una única cepa bacteriana, sino que son combinaciones de varias especies de microorganismos, en ocasiones asociadas también con vitaminas, sustancias prebióticas, etc. No todos los probióticos que actualmente están comercializados sirven. Algunos de ellos no tienen bien identificadas y caracterizadas todas las cepas bacterianas que contienen, no disponen de evidencia científica en humanos para las indicaciones que nos prometen o bien no contienen el número suficiente de bacterias vivas como para producir algún efecto.
A continuación te sintetizo los 4 aspectos más importantes que debes tener en cuenta cuando te plantees comprar un probiótico:
- La evidencia científica de los probióticos es cepa-dependiente, es decir, los efectos beneficiosos descritos para un producto en una patología concreta se atribuyen a esa cepa microbiana específica, en esa dosis, duración de tratamiento y condiciones de empleo, y no se pueden extrapolar a otros organismos de la misma especie ni a otras indicaciones. Por ejemplo, que un probiótico haya demostrado su eficacia en la prevención de la diarrea, no significa que sea necesariamente válido para prevenir los brotes en la colitis ulcerosa. La última versión de la Guía de la Organización Mundial de Gastroenterología sobre Probióticos y Prebióticos publicada el 2011 incluye dos tablas (tablas 8 y 9) con las indicaciones precisas tanto en pediatría como en adultos que pueden tratarse con cepas probióticas determinadas. Te recomiendo la guardes como oro en paño para que la tengas en mano cuando te plantees comprar un probiótico (antes de finales de año saldrá una versión más actualizada). Verás que actualmente la eficacia de algunas cepas probióticas sobre todo está ampliamente documentada para indicaciones concretas de salud gastrointestinal (algunos tipos de diarrea, estreñimiento, intestino irritable y colitis ulcerosa).
- Los efectos de un probiótico específico en una población determinada no pueden generalizarse a otra población que varíe en edad (niños y ancianos) o en estado fisiológico (por ejemplo, gestación y lactancia).
- Para conseguir un beneficio para la salud mediante el uso de probióticos hay que consumirlos de manera regular, considerando su dosis efectiva, la frecuencia de consumo y la duración del tratamiento. Toda esta información la puedes revisar en el prospecto o ficha técnica de cada producto. Conviene que tengas presente que los probióticos que ingerimos no colonizan el intestino de forma permanente. Perduran un tiempo en nuestro intestino y son expulsados con las heces a las dos o tres semanas después de su ingesta. Para que los efectos favorables se aprecien y duren, es necesario consumir bacterias probióticas de manera regular.
- La conservación y el modo de administración de los preparados que contengan probióticos deben respetarse para garantizar que el probiótico sea efectivo. En cuanto a la conservación, muchos de ellos deben conservarse en nevera, ya que sino los microorganismos vivos podrían perder su viabilidad al romperse la cadena del frío. Sobre las condiciones de administración, de forma general se aconseja que los probióticos no se mezclen con líquidos calientes (a más de 50ºC), para prevenir la inactivación de la bacteria. En algunos casos se recomienda tomarlos en ayunas, en otros con comidas y otras veces es indiferente. Estos datos también los puedes revisar en el prospecto o ficha técnica de cada producto.
En conclusión, los probióticos disponen de suficiente evidencia científica que avala su uso sobre todo en la prevención y tratamiento de diferentes afecciones gastrointestinales. Si te surge cualquier duda en relación a su empleo, te recomiendo revisar la ficha técnica de cada producto y basarte en la recomendación que te haga tu médico, farmacéutico y/o dietista-nutricionista.
Bibliografía:
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- World Gastroenterology Organisation (WGO). Probióticos y prebióticos. En: Guías Mundiales de la Organización Mundial de Gastroenterología. Octubre 2011. www.worldgastroenterology.org/probiotics-prebiotics.html.
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