La comunicación hace cosas increíbles. Cuanta más comunicación hay entre personas, más conocimiento se puede crear y esto puede tener grandes implicaciones en la salud si se gestiona bien. El pasado 11 de junio, en una entrevista que compartió Melissa Marshall, experta en comunicar la ciencia, se abordó la importancia de los mensajes de salud pública para combatir enfermedades si se comunican bien y llegan a la población general. En concreto, la Dra. Khadidiatou Ndiaye -directora del Programa de Comunicación en Salud Global en la Universidad George Washington en Washington DC- habló del papel de la educación en salud de la población en la erradicación de algunas enfermedades como la dracunculosis (comúnmente conocida como enfermedad del gusano de Guinea) y la poliomielitis. En estos casos, gracias a la educación en salud, las personas han entendido en qué consiste cada enfermedad y cómo actuar en cada caso, hecho que ha contribuido a unas menores tasas de transmisión de la enfermedad.
En la entrevista se destaca que en muchas ocasiones la comunicación es la única cosa que se puede hacer para salvar vidas, a través de obtener un compromiso por parte de la gente de difundir el mensaje adecuado al resto de la comunidad. Por ejemplo, las personas que tienen dracunculosis no deben tener acceso a los ríos porque la enfermedad se transmite cuando personas ingieren agua contaminada con pulgas infectadas por el parásito responsable de la enfermedad. La transmisión de esta sencilla recomendación puede ayudar a erradicar la enfermedad infecciosa.
El gran reto supone informar a millones de personas en países y áreas del mundo donde la comunicación de masas tal y como la conocemos actualmente está limitada por la falta de recursos. La Dra. Ndiaye pone el ejemplo de cómo llevó a cabo su estrategia de comunicación en salud en un pueblo africano. En este caso, el enfoque verticalista de comunicación de masas no te permite llegar a un gran número de gente y es imprescindible empezar pidiendo colaboración y compromiso por parte de la población a través de utilizar su lenguaje, sus propias palabras, y recurrir a la figura del pregonero del pueblo como transmisor del mensaje de salud al resto de gente. En este contexto, es más imprescindible que nunca aplicar la máxima de comunicación “menos es más”. El conocimiento es mucho más que datos médicos o tecnicismos y porcentajes estadísticos, se trata de información puesta en valor por y para la sociedad. Alfabetizar en materia de salud a personas que nunca antes han tenido contacto con un periodista o profesional de la salud requiere de muchas más habilidades que el lenguaje verbal. Si nos basamos en el conocido paradigma de Lasswell de la comunicación, convendrá escoger de forma adecuada quién es el emisor, el mensaje y el canal para que el mensaje que queremos transmitir tenga los efectos deseados sobre el público de interés. En temas de salud no sirve cualquier estrategia y todos los que trabajamos en la gestión de la información en el sector salud deberíamos reflexionar sobre estos temas previamente. Las especialidades en las diferentes disciplinas deben existir y lo más importante es que no perdamos la visión generalista de lo que hacemos todos aquellos que tenemos relación directa o indirecta con el sector de la salud: asegurarnos que llegue lo que hacemos al mayor número de gente posible, de una forma clara, transparente y con rigor.
Basándose en el último brote provocado por el virus del Ébola, la Dra. Ndiaye enfatiza la importancia de gestionar la comunicación en situaciones de crisis de forma eficaz a través de proporcionar una información veraz y rigurosa utilizando fuentes expertas fidedignas y evitar la aparición de rumores. También pone el ejemplo de la aplicación app Dey Say en la que profesionales de la salud y periodistas están en contacto para corregir posibles rumores que surjan en el transcurso de una situación de comunicación de crisis. Se finaliza la entrevista remarcando que es un deber de la administración, las autoridades sanitarias y los medios de información aprender de los errores y aciertos en el tratamiento informativo de crisis de salud pública, como la crisis pasada relacionada con el Ébola.
En definitiva, más allá de entender la comunicación como herramienta de transmisión de información, la dimensión de la comunicación como motor de conocimiento que puede ayudar a salvar vidas nos debe hacer reflexionar de la importancia de incorporarla en nuestro ADN y en nuestra práctica profesional diaria.